"Decididos a promover el progreso social y económico de sus pueblos, teniendo en cuenta el principio de desarrollo sostenible y de la protección del medio ambiente..."
Preámbulo del Tratado de la Unión Europea.

viernes, 20 de abril de 2012

En transición

Llevamos 150 años viviendo con el petróleo. En este tiempo nos ha hecho aparentemente mucho más fuertes, rápidos y productivos, permitiendo a nuestras sociedades un rendimiento 100 veces superior a lo que sería sin petróleo. Hemos basado nuestra estructura de vida en los combustibles fósiles hasta tal punto que somos adictos a estas sustancias. Sin ellas, nuestra civilización se colapsa.
Todavía hay imprudentes que dudan del cambio climático. Sin embargo, nadie cuestiona que el petróleo más pronto que tarde se agotará. De hecho, el problema no aparecerá cuando hayamos gastado la última gota de crudo. El momento que realmente afectará a nuestra sociedad es el ‘pico del petróleo’, es decir, el momento en que nos damos cuenta de que a partir de este punto siempre habrá menos, y que por su escasez creciente se convertirá en una comodidad cada vez más cara. Muchos indicadores señalan que nos encontramos cerca de ese punto de inflexión, o que incluso ya lo hemos alcanzado.
Este análisis puede dejar una sensación de depresión e impotencia. Sin embargo, en Inglaterra, ha nacido el ‘Movimiento Transición’ (‘The Transition Movement’) que fomenta la esperanza en lugar de la culpabilidad y el optimismo en lugar del miedo. Frente a la aprehensión ofrecen anticipación. Gracias a esta iniciativa ya se han movilizando pueblos enteros para pasar de la dependencia del petróleo a un renacimiento local. Concretamente hay 64 iniciativas de transición en el Reino Unido, 2 en Nueva Zelanda, 1 en Australia y 1 en EEUU. La lista de localidades que están decidiendo si van a ser iniciativas de transición asciende a 700 y un tercio están fuera del Reino Unido. Todas ellas han elegido afrontar el síndrome de abstinencia que supone la subida de los precios del petróleo con creatividad y visión positiva.
DSC05504 [640x480]El impulsor del ‘Movimiento Transición’ es un permacultor llamado Rob Hopkins. Hace algún tiempo se instaló con su familia en un pueblo del sur de Inglaterra llamado Totnes y allí se puso en marcha el primer ‘Transition Town’ (‘Pueblo en Transición’), que no es otra cosa que aplicar los principios de la permacultura a asentamientos enteros y ciudades. Después de 20 meses la iniciativa se expande como un virus benigno por todo el país. El Reino Unido está recibiendo una fuerte sacudida por la crisis y eso permite que este tipo de soluciones arraiguen con más fuerza. En los pueblos pequeños como Totnes (8.500 habitantes) la acogida es mayor y la aplicación de las herramientas de transición es más fácil. Sin embargo, se han sumado comunidades tan populosas como Bristol (400.000 habitantes) o Nottingham (280.000 habitantes).
Herramientas para sanar la Tierra
En la calle principal de Totnes, Rob y su equipo tienen un destartalado despacho desde donde dirigen el movimiento. Desde allí coordinan las ‘Iniciativas Transición’ y facilitan las herramientas a la red, pero solo hasta cierto punto ya que su intención es que cada proyecto sea autosuficiente y camine de forma autónoma. Tienen un manual que consta de 12 pasos. Algunos de ellos son: concienciar, formar grupos, utilizar espacios abiertos, facilitar el aprendizaje de habilidades, construir un puente con el gobierno local, honrar a los ancianos, crear un plan de acción de descenso energético, no forzar los resultados…
Para desarrollar a fondo la idea decidió irse a Totnes porque desde los años 20 está considerado un laboratorio perfecto para experimentar proyectos sociales de vanguardia y allí encontró el terreno de cultivo perfecto: una comunidad receptiva y un ayuntamiento abierto a ideas nuevas.
Somos adictos al petróleo
A día de hoy, ‘Totnes Transition Town’ (‘Totnes Pueblo en Transición’) es el proyecto de transición más avanzado y ejemplo para el resto. Llevan pocos años y tras la fase de observación y diseño ya empiezan a verse resultados. Se ha credo una red de ciudadanos y hay 11 grupos de trabajo que cubren un amplio abanico de temas, entre ellos un proceso de descenso energético con un plan para los próximos 20 años.
Hay que entusiasmar a la gente porque un futuro con menos petróleo podría ser, si se aplica suficiente diseño y pensamiento por adelantado, preferible al presente”. El Movimiento Transición se esfuerza en presentar un futuro sin petróleo como un lugar hacia el que apetece ir. Para ello tratan de incorporar a novelistas, poetas, artistas y cuenta-cuentos al movimiento, para que creen nuevos mitos e imágenes apetecibles que estimulen el cambio. 
‘Resiliencia’ de la comunidad
Frente al pico del petróleo este movimiento apuesta por la ‘resiliencia’ de la comunidad. No es una palabra muy conocida, salvo en ámbitos de la ingeniería y la ecología,  pero su significado es muy inspirador. De hecho, este concepto refleja la capacidad de un sistema de responder a los choques externos y a los cambios forzados. En el contexto de las comunidades en transición se refiere a la capacidad de no colapsarse ante la carencia de petróleo o de alimentos, y su habilidad de adaptarse a los impactos. Los ingredientes que lo permiten son su diversidad, la cantidad de conexiones entre los elementos que lo componen y la capacidad de cada uno de estos elementos para subsistir por sí mismo.
Hemos pasado de una sociedad agrícola a una sociedad industrial y ahora nos hemos movido a una sociedad post-industrial que tiene una encrucijada delante. El colapso o la transición.

Las Iniciativas de Transición están basadas en cuatro supuestos claves:
1.  La vida con un consumo energético dramáticamente reducido es inevitable; es mejor planificarlo en vez de que nos llegue por sorpresa.
2.  Nuestros asentamientos y comunidades actuales carecen de resiliencia para permitir capear los choques energéticos graves que acompañarán al ‘pico del petróleo’.
3. Tenemos que actuar como un colectivo, y tenemos que actuar ahora.
4. Si permitimos al ‘genio colectivo’ diseñar creativamente y activamente nuestro descenso energético, podemos crear estilos de vida que estén más conectados, más enriquecedores y que reconozcan los límites biológicos de nuestro planeta.